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Prof. José María Gil-Vernet

Dr. Antonio Alcaraz 

Nos ha dejado José María Gil-Vernet. Nos ha dejado la gran figura de la Urología del siglo XX. A nivel profesional, su perfil más destacado era el de cirujano. Probablemente, el mejor cirujano que he conocido, que aunaba inteligencia y habilidad. Pero sobre todo a destacar su atrevimiento, basado en un profundo conocimiento anatómico, que le llevó a ser, ante todo, un cirujano innovador. Muestra de ello fue realizar el primer trasplante de riñón en España en el año 1965. Son numerosos los hitos quirúrgicos que desarrolló en el último tercio del siglo XX. Resumiría en que desarrolló técnicas que en su momento se vivieron como revolucionarias y que con el paso del tiempo, se han convertido en rutinarias. 

José María Gil-Vernet Vila nació en 1922, hijo de Salvador Gil Vernet, anatomista destacado, conocido y respetado por sus coetáneos, como lo fue Don Santiago Ramón y Cajal, a quien sucedió en la Cátedra de Anatomía de la Universidad de Barcelona. Don Salvador dedicó su vida al estudio de la próstata realizando una perfecta descripción de sus zonas que posteriormente fue confirmada por McNeal, así como una magnífica descripción del plexo pelviano y su relación con la próstata que posteriormente sería aprovechada por Walsh o Myers, para diseñar la prostatectomía con preservación neurovascular.  Don José María comparte su formación teórica durante la licenciatura de Medicina con su trabajo en el Departamento de Anatomía. Esto le permite ser un cirujano con profundos conocimientos anatómicos a pesar de su juventud. La cirugía urológica que realiza desde el inicio es una cirugía anatómica totalmente diferente a la que se realizaba en los años 50. Su formación como cirujano la realiza bajo la dirección del catedrático de cirugía Dr. Pedro Piulachs. Esto explica el que fuera un urólogo que podía manejar el intestino como un cirujano más así como el que tuviera el conocimiento de campos quirúrgicos habitualmente ajenos al urólogo.

He mencionado el hito que representó el primer trasplante de riñón en España, al que seguirían 5.000 más hasta nuestros días, en nuestro hospital. En el campo del trasplante, también innovó con la descripción del trasplante ortotópico, con utilización de los vasos esplénicos y el uréter y la pelvis del riñón izquierdo. Cirujano de una extrema habilidad quirúrgica, absolutamente audaz, no tan solo en la realización de la cirugía, sino también a la hora de describir y diseñar nuevos abordajes y técnicas quirúrgicas.  Algunos ejemplos de ellos son la ureterotomía transversa, el abordaje a los vasos esplénicos por retroperitoneo para el tratamiento de la hipertensión renovascular, el autotrasplante, las ampliaciones vesicales con colon, o la descripción del espacio intrasinusal entre la pelvis e infundíbulos y el parénquima renal. Me gustaría detenerme en esta última, porque significó en su momento un cambio de paradigma en la cirugía renal de la litiasis. Consiguió realizar una cirugía anatómica, radioguiada, de una extraordinaria belleza pero sobretodo capaz de preservar la función renal, y así prácticamente enterrar la nefrotomía anatrófica que tantos riñones había condenado a su pérdida.

Cirujano longevo, a pesar de que todos estos logros los realizará de una forma muy precoz. Esto hace que su fama traspase fronteras, de manera que atrae a numerosos urólogos de todo el mundo a visitarlo en el Hospital Clínic de Barcelona. Desarrolló toda su vida profesional y académica ligada al Hospital Clínic y a la Universitat de Barcelona.

Su ingenio le permite crear una forma de hacer, una concepción de la Urología más moderna, que pone a Barcelona como gran referencia de la Urología española e internacional. Miembro de honor de numerosas asociaciones urológicas en todo el mundo. Como no podía ser de otra forma, de prácticamente todas las latinoamericanas, continente con el que mantuvo una estrecha relación. Galardonado tanto a nivel español como internacional, entre estos premios las máximas distinciones de las asociaciones europea (EAU) e internacional (SIU). Miembro de la Real Academia de Medicina de Cataluña y España. 

Ante todo fue capaz de crear Escuela. Una escuela caracterizada por la exquisitez quirúrgica, la audacia en la cirugía y la avidez por el conocimiento y la innovación. Esto le permitió, por una parte, atraer numerosos urólogos de latinoamerica para realizar su formación en nuestro hospital y que posteriormente serían los líderes de la urología en sus países. Por otra, fue capaz de atraer a Barcelona, en los cursos que organizaba, y donde él y su cirugía eran los únicos protagonistas, hasta un millar de urólogos. Algo impensable en los años 70 y 80. Su nombre abría puertas en cualquier universidad del mundo. Recuerdo que solo mencionar que estaba formado bajo su dirección, me abrió inmediatamente las puertas de la Clínica Mayo en Estados Unidos, para realizar mi ampliación de estudios al acabar mi especialidad.

A nivel personal, lo calificaría, ante todo, como inteligente con una gran agudeza. Una persona vital, que cuidaba también de su vida fuera del ámbito profesional. Divertido en los círculos pequeños, entre sus amigos y colaboradores. Siempre recordaré su fina ironía en quirófano. Respetado por todos, sabía aceptar la irreverencia de un joven urólogo quien al ser interpelado por aparecer un cabello en el campo quirúrgico, le contestó que el no tenía canas y ese cabello era blanco. El silencio se impuso en el quirófano y él, en vez de reprender mi atrevimiento, estalló en una carcajada. Genio y figura.

Don José María, te puedes ir tranquilo. Tú legado de cirujano, al igual que lo hizo tu padre Don Salvador, con sus grandes avances en la anatomía, han dejado huella en nosotros. Nuestra Escuela en el Hospital Clínic de Barcelona, que actualmente dirijo, guardaran para siempre esos principios de excelencia quirúrgica que nos inculcaste. Echaremos de menos al gran hombre.